La toma de México por González

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Tengan presente señores,
no se les vaya a olvidar,
que el 10 de junio en la tarde
tomamos la Capital.

Señores, triunfó Carranza,
por todita la Nación,
entre Obregón y otros jefes
derrotaron la reacción.

Estos son datos seguros
los que les vengo yo a dar,
del notable último triunfo,
en la hermosa Capital.

La espada de la justicia
ya ha vencido a la reacción,
Carranza alcanzó las palmas
que le ha dado la Nación.

Ahora ya somos felices,
triunfó la Constitución,
ya no tendremos miserias,
ya no habrá Revolución.

Todos pelearon como héroes
dando un golpe muy audaz,
a todos los reaccionarios
para que se haga la paz.

México lo gobernaban
zapatistas y villistas,
pero ha sido libertado
por los leales carrancistas.

Este golpe lo juzgaban
los villistas una chanza,
no esperaban que triunfara
don Venustiano Carranza.

La Metrópoli atacaron
con muchas dificultades,
y al fin siempre fue tomada
por valientes generales.

Fuertes defensas tenían,
los soldados zapatistas,
para evitar el avance
de las fuerzas carrancistas.

La capital fue atacada,
en diferentes lugares,
por las fuerzas comandadas
por Coss y Pablo González.

Con furia y muy animados
hasta el peligro se acercan,
y a fuego y sangre tomaron
la población de Tepexpan.

El cerro de Chiconautla
Palemón Rojas tomó,
unido con Juan Lechuga,
que como león se batió.

La artillería Silva Sánchez
la atacaron zapatistas,
pero fue bien defendida
por las fuerzas lechuguistas.

Francisco Coss con su tropa
moviéndose poco a poco,
asaltó líneas de fuego
por el rumbo de Texcoco.

Tomó su estado mayor
para echar bien sus niveles
haciendo un violento avance
hasta cerca de Los Reyes.

Como a las once empezaron
cañones a disparar,
eran las artillerías
que hacían fuego en el Canal.

Coss oyó los disparos
y comprendiendo el peligro
mandó que rompieran fuego
los cañones de Merigo.

La primera batería
luego empezó a disparar,
haciendo tiros certeros
con dirección del Canal.

La segunda batería,
protegida por un bordo,
hacía terribles destrozos
muy cerca de Cerro Gordo.

Comprendiendo el enemigo,
que nunca podría ganar,
todos medrosos corrieron
por la orilla del Canal.

Coss en una plataforma
puso una pieza montada
para hacer fuego a los trenes
que iban ya de retirada.

El coronel Torres fue,
con una fuerte avanzada,
para cortar la salida
y evitar la retirada.

El día nueve, en la mañana,
cuando Dios echó su luz,
llegaron los juchitecos
con parque de Veracruz.

Los enviaron con Lechuga
para alzar una trinchera,
donde unidos dominaron
el camino de la sierra.

Álvarez con Torres y otros,
González con Juan Merigo,
comandados por Cosío,
batieron al enemigo.

Los zapatistas cobardes
a San Cristóbal huyeron
y las fuerzas de Lechuga,
con saña los persiguieron.

El puente de San Cristóbal,
lo tomó don Nacho Flores,
y los valientes de Lechuga
los batieron con rigores.

El día diez en la mañana,
con empuje definido
entraron a San Cristóbal
que evacuara el enemigo.

Repicaron las campanas,
redoblaron los tambores,
y clarines anunciaron
triunfo de libertadores.

Marcharon a Cerro Gordo
todas las tropas ligeras,
quitándole al enemigo
todas sus fuertes trincheras.

Se distinguió mucho Torres
con Medina y con González,
Álvarez y Juan Lechuga,
avanzando con Linares.

Atacado Cerro Gordo
huyeron en desbandada
los veloces zapatistas
a La Villa en retirada.

Eran las dos de la tarde
y viendo su acción perdida
salieron de Guadalupe
en vergonzosa corrida.

De La Villa se vinieron
por el Río de Consulado
y a México se metieron
con un semblante asustado.

Para hacer triunfo completo
limpiaron de zapatistas,
Coss por el sur y el Peñón
y Robelo en Altas Vistas.

Los enemigos que andaban
dentro de la Capital
los eléctricos tomaban
para poderse salvar.

Por último en Churubusco,
fue un horroroso combate,
contra de los fugitivos,
que buscaban el escape.

Todas sus huestes llevaban
el rumbo hacia Cuernavaca,
para presentar su triunfo
con Emiliano Zapata.

Si les gustó este corrido
lo deberán de comprar,
es la toma verdadera
de la hermosa Capital.

Zapatista del bajío

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Voy a cantar un corrido
que vale puro dinero,
donde les doy la noticia
de mi agrarista primero

Voy a cantar un corrido
que vale la pura plata,
donde les doy la noticia
de mi general Zapata.

Yo ya no trato con ricos,
porque a mí no me conviene,
viva Dios en las alturas,
él es el que nos mantiene.

En aquel tiempo, señores,
no me quisiera acordar,
aunque tuvieran derecho,
no los dejaba ni hablar.

Si alguien los contradecía
parándoseles formal,
¡ay! lo mandaban en cuerda,
haciéndolo criminal.

Ahora sí, ricos valientes,
ya no les queda ni el cobre,
harto se desayunaron
con el sudor de los pobres.

Ahora sí, ricos valientes,
todos los terratenientes,
se acuerdan de Porfirio Díaz,
cuando él era Presidente.

Ahora sí, ricos valientes,
no andarán con tanto taco,
porque la ley agrarista
les ha apretado el zapato.

Si porque pido parcela
me juzgan de tonto y loco,
hay que llevar a los ricos,
a que muerdan el rastrojo.

Si porque pido mi ejido,
pídolo sin regatear,
porque la ley agrarista,
ahora acaba de llegar.

Ya con esta me despido,
me despido de mi Chata,
aquí termina el corrido,
de mi general Zapata .

Fusilamiento de Zapatistas en el pueblo de Ozumba, Estado de México

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En el pueblo de Ozumba perteneciente
al Estado de México, fueron fusilados
seis zapatistas aprehendidos por los
federales en un combate a inmediaciones de dicho
pueblo. De los seis, sólo dos dieron
sus nombres: Cristino Peña y Enrique Guzmán,
ignorándose los nombres de los otros
que no quisieron dar su nombre a los federales.

Todos demostraron un gran temor y
miedo al momento de morir.

Fueron pasados por las armas a espaldas
de la parroquia del pueblo, a las doce
del día siguiente al de su aprehensión.
Uno de los zapatistas que era tuerto,
le entró la bala por la cavidad
del ojo que le faltaba y le destrozó
el cráneo horriblemente, causando su
aspecto a los que lo vieron, horror y miedo.

Sus cadáveres fueron colgados de los
postes que están en las calles del
pueblo, para escarmiento de bandidos
y tranquilidad de pacíficos habitantes.
La enérgica batida que el gobierno
está librando contra el bandidaje
zapatista, está dando magníficos
resultados, pues a principios del
mes de junio de este año, se ha visto
que los combates librados entre federales
y zapatistas, han sido desastrosos
para las hordas del ATILA DEL SUR,
pues además de los que han tomado
parte en asaltos a pueblos y han
cometido crímenes en las personas
de pacíficos habitantes, son fusilados
inmediatamente, los prisioneros en los
combates son consignados al servicio
de cuerpos federales que no están en
servicio en el perímetro de acción de
los zapatistas, sino en otros muy diversos.

Tanto en muertos y heridos en combate
como fusilados y prisioneros,
han perdido los zapatistas en los meses
de mayo y junio de 1912, muchísima
gente y ya se hace palpable la eficacia
de la persecución del gobierno contra
esas hordas.

Los habitantes pacíficos deben tener fe
en que el gobierno pronto habrá
pacificado el Estado de Morelos y habrá
limpiado de bandidos todos esos
rumbos, y ya los hombres honrados podrán
dedicarse nuevamente a sus tra
bajos, interrumpidos por el predominio
de tan atroz bandidaje que ha desolado
el floreciente Estado de Morelos.

Es de desearse la pronta extinción del
bandidaje, que tantos perjuicios causa
a la gente menesterosa y trabajadora.

Triste y merecido fin

Pobres, pobres zapatistas,
en el crimen y en el robo
llevan sus manos hundidas,
y es su sangre la del lobo.

El terror del hombre probo…
Pero hay que hacer escarmiento
que son del progreso estorbo
y en la paz impedimento.

Por eso que esta noticia
causará consternación.
Sólo en la gente propicia
al robo y la traición.

Cayeron seis prisioneros
en manos de federales
desde luego dispusieron
proceder a fusilarlos.

Tres de ellos tras de la Iglesia
tuvieron justo castigo,
así, su ignominia necia
allá llevarán consigo.

Los otros tres también fueron
al momento ejecutados
y hasta colgados se vieron
sus cuerpos ensangrentados.

Toda la gente al pasar,
lanzaba una exclamación. . . ,
¡Ganas daban de llorar,
de la tristeza y horror!

Se balanceaban crujiendo
sus cuerpos con seco ruido…
Parece que estaban diciendo
“ved cómo acaba el bandido”.

¡Oh, gentes trabajadoras!
no perdáis el sentimiento
y decid a todas horas,
esto sirve de escarmiento.

EL CORRIDO DE LAS COMADRES

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Ahora vengo a noticiarte comadrita
unas notas que en la calle recogí,
que los bravos y temibles carrancistas,
esta noche se han pelado ya de aquí.

No es posible que los constitucionalistas
que esta noche se hayan ido ya de aquí,
ya usted sabe, son valientes y aguerridos
con las vacas no se arredran a reñir.

Qué no ha visto, comadrita, en las trincheras,
unas papas que escribieron a la vez:
ya nos vamos de sus tierras, viejas fieras,
no se alegren que tenemos que volver.

La brigada que en esta plaza impera
unida con la de Jonacatepec,
son valientes con ellos, nomás tres piedras
y un tepetate para rejonear después.

Allá en Treinta con el general Maisanchos
y Tavera, y los demás generales,
pues “El Mole” les ha servido de empacho,
no aguardaron ni siquiera los tamales.

De Cuernavaca salieron con gran recelo
con sus trenes sin hacer ningún alarde,
porque pensaban que allí estaría “Tío Bebo”
que ese día acabaría con los cobardes.

Usted ha visto cómo destruyeron las casas
y rajaban sus maderas en montón,
en Palacio vendían la leña a sus “guachas”
tres palitos por dos reales o tostón.

Me despido, comadrita, porque es tarde
ai mañana seguimos la versión,
no sea que vaya a venir ya su compadre
y me juzgue carrancista de ocasión.

Mejor perro, comadrita, y no un cobarde,
un cobarde o mendigo de ocasión,
zapatistas aunque al mundo no le cuadre
y aunque viejas no cambiamos de opinión.

Nueve Años se Cumplieron

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Autor: Elías Domínguez

Nueve años se cumplieron de la Revolución
y la patria querida no hallaba ni que hacer;
toditos los tratados eran una adulación
y para el mexicano sufrir y padecer.

Voy a hablar del gobierno de don Porfirio Díaz
que fue de más conciencia en la persecución,
cuando a los maderistas con furia perseguía,
a los pueblos trataba con consideración.

Cuando a pueblos llegaban fuerzas del señor Díaz
llegando preguntaban pues, por la autoridad
nada más indagaban por la gran rebeldía,
que en los cerros andaban con el fin de peliar.

Mirando don Porfirio que no había de ganar
dispuso el armisticio, la guerra suspendió:
Madero con sus tropas entró a la capital
y ahí quedó el gobierno a su disposición.

Luego ese presidente de México se fue,
para la vieja Europa hizo su embarcación,
dejó a la pobre patria en un cruel padecer,
inundada de sangre, ¡Cielo qué compasión!

Después siguió la guerra con Francisco I. Madero,
en contra de otros jefes que no se querían rendir;
anduvo, bajó con tropas a Cuautla de Morelos,
a ver si en conferencia los hacía convenir.

Pero no sucumbieron Zapata y otros jefes
a las órdenes que traiba don Francisco I. Madero,
y siempre pronunciados se quedaron renuentes,
por todito el estado nombrado de Morelos.

Cuando el señor Naranjo se hizo del poder,
quedando en Cuernavaca de un gran gobernador,
mando a Juvencio Robles el cual se dio a temer
quemando a muchos pueblos con bastante rigor.

Cuando a pueblos llegaban las fuerzas naranjistas
pacíficos huían con el fin de escapar,
a todito el estado nombraban zapatista
y por esa razón lo querían arrasar.

Y se fue el año doce para el plan de Morelos,
no conocía justicia, ni paz ni libertad,
al cielo se quejaban las cuadrillas y pueblos
sólo los naranjistas traían autoridad.

Por fin se le llegó a Francisco I. Madero,
el cual ni pensaba en su trance de agonía,
mil novecientos trece en el mes de febrero,
con Huerta y Mondragón, Blanquel y Félix Díaz.

De luto se vistió la hermosa capital
porque fue muy temible aquella guerra cruel,
y cuando se tomó el palacio principal,
a Madero capturó el general Blanquel.

Entonces terminó el partido maderista
y de la presidencia Huerta se apoderó;
también incendió a pueblos el gobierno huertista,
la historia lo titula por tirano y traidor.

Muchos ruegan por él, si ya se halla en descanso,
según los forzamientos de cómo nos trató.
Allá Luzbel lo tenga, siquiera en fuego manso,
por los crueles incendios y levas que inventó.

Son páginas de sangre, de luto y de tristeza,
que se verá en la historia con mucha admiración;
hablando de tiranos como fue el señor Huerta,
ese Juvencio Robles, Villegas y Cartón.

Los pueblos lo que quieren son buenas garantías,
que se juzgue arreglado el Código legal,
fungiendo bien sus leyes mucho agradecería
respetando el derecho así se hará la paz.

¡Ay si resucitara el señor Benito Juárez
y viera nuestra patria en tan cruel situación!
Sólo él la libraría de toditos los males
y rigieran las leyes de la Constitución.

En fin, patria querida ¿cuándo terminarán
las guerras fraticidas que sufre tu nación?
Ya los pueblos honrados desean tranquilidad,
porque ya están cansados de la Revolución.

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