Corrido al General Zapata

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Autor: Jesús Zardaneta.

Voy a cantar un corrido 
que vale más que la plata, 
los versos son dedicados 
a mi general Zapata.

Zapata tomó las armas 
en el feliz mes de enero, 
para ayudar a la causa 
de don Francisco I. Madero.

Zapata estuvo ayudando 
a Madero en sus afanes, 
para que bien con despacio 
rectificara sus planes.

Pero Zapata mirando
que el tiempo ya se pasaba 
y que bienes y promesas
de eso ya nunca se hablaba.

Ya perdida la esperanza, 
al águila batió su ala, 
Zapata tomó las armas
y proclamó el Plan de Ayala;
y dijo: si Madero olvidó el Plan 
que enarboló en su bandera
yo sí cumpliré el de Ayala 
aunque perezca en la guerra.

Eso dijo este valiente 
y su estandarte tomó 
y con valor y fervor 
en Morelos combatió.

El grandioso Plan de Ayala 
nos lo cumplirá Zapata
con sus triunfos de Morelos, 
de Guerrero y Cuernavaca.

Él tuvo varios combates, 
como soldado valiente, 
animaba con su ejemplo 
a los jefes y a su gente.

Como Juan Francisco Méndez, 
lo mismo que Salazar
y don Panchito Pacheco 
juntos iban a pelear.

Genovevo de la O,
cuyo nombre no es extraño, 
Fortino Ayaquica es otro 
valiente como Montaño.

Milpa Alta, Jojutla y Chalco, 
Jantetelco y Atencingo, 
Juchitepec, Tres Marías, 
Topilejo y Tepalcingo.

Estos puntos recorrieron 
combatiendo sin igual, 
hasta llegar triunfantes 
a la hermosa capital.

En los tres puntos del sur 
hoy lo quieren con lealtad. 
porque nos da la justicia, 
paz, progreso y libertad.

Muchos decían que Zapata 
nos atraería graves males, 
que entrando en la capital 
se verían barbaridades, 
pero todo fue mentira, 
nadie lo puede negar,
porque entraron muy correctos 
soldados en general,
dieron garantías al pueblo 
para mostrar su lealtad, 
dando así fama y honor 
a su digno general.

Viva el general Zapata, 
viva su fe y su opinión, 
porque se dispuso morir 
por su patria, 
como hijo de la nación.

Corrido de Ignacio Maya

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Que se cubra de negros crespones
el Ejército Libertador,
y sus armas que se empabellonen,
demostrando a la vez su dolor.

Que se cubra el estado de luto,
por la muerte de un gran general,
las campanas toquen a difunto
anunciando el momento fatal.

Se acabó ya la primera espada,
que el caudillo tenía a su favor,
se acabó el valiente Ignacio Maya
combatiendo en los campos de honor.

De su muerte gloriosa hay testigos,
que al pasar de este mundo a la historia
sucumbió pero llevó consigo
al sepulcro una nueva victoria.

Como solamente en Cuernavaca,
les quedaba en todito el estado,
dispusieron tomar esa plaza,
por medio de un sitio prolongado.

Porque ya el valiente Pedro Ojeda,
al pedirle fiel su rendición
le había dicho a Zapata que fuera
a tomarla sin más dilación.

Entonces se sintió aquella plaza,
con un sitio retirado al fin,
donde el hambre y la sed sin tardanza
por fuerza los haría sucumbir.

Después de no tener resistencia,
Pedro Ojeda lleno de pavor,
se alejó de aquella fortaleza
faltando a su palabra de honor.

Hacia el sur dirigió su salida
con el fin de poder escapar,
mas sus huestes fueron perseguidas
y diezmadas en lance fatal.

Entonces el valerosos Maya,
que era el genio de la guerra altiva
se arrojó sobre de aquella escuadra
que en desorden huía fugitiva.

En unión de unos cuantos valientes,
por delante marchó sin demora
combatiendo con valor ingente
aquel bravo guerrero sin par.

Mil cadáveres dejó en su fuga,
Pedro Ojeda sin más compasión,
armamento, cañones y mulas
y de parque buena dotación.

Con qué heroísmo el invencible Maya
se batió cual un bravo campeón
y sus jefes que lo acompañaban
en aquella gran persecución.

Ya la aurora del triunfo veía
a su límpida frente llegar,
cuando una bala cruel lo impedía,
la existencia le vino a quitar.

De un noble corcel cayó a tierra,
al sentir aquel golpe mortal,
y momentos después muerto queda,
aquel bravo guerrero sin par.

Según nota que tuve del hecho
llegó el fin de su vida postrera,
cerca del pueblo de Coatetelco,
en el punto de La Nopalera.

Allí fue en donde murió aquel coloso
que en distintas campañas se vio,
un día viernes catorce de agosto
fecha triste en que al mundo dejó.

De allí fue su cuerpo trasladado,
para el pueblo de Tlaltizapán,
donde al fin se encuentra sepultado
como varios muy bien lo sabrán.

Duerme en paz valiente Ignacio Maya,
mientras que en este mundo fatal,
triste llora el coronel Juan Vara
recordando tu nombre inmortal.

Si en compañía tuviste esa gloria,
en alteza los hombres de honor,
tus hazañas son pruebas notorias
que doquiera salías vencedor.

Se acabó el que brindaba laureles
al líder de la revolución,
se acabó también Felipe Neri,
dos espadas de gran pundonor.

Entre de esas dos grandes figuras
debemos también colocar
a don Marcelino Casarrubias,
que en campaña no tuvo rival.

Esos hombres de honor intachable
con su heroísmo, constancia y valor,
es muy justo que al fin les consagre
un recuerdo siquiera de honor.

Al Eterno pido en mis plegarias
nuestro digno reposo a la vez,
nobles mártires del Plan de Ayala,
vuestro premio será de honra y prez.

EL CORRIDO DE LAS COMADRES

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Ahora vengo a noticiarte comadrita
unas notas que en la calle recogí,
que los bravos y temibles carrancistas,
esta noche se han pelado ya de aquí.

No es posible que los constitucionalistas
que esta noche se hayan ido ya de aquí,
ya usted sabe, son valientes y aguerridos
con las vacas no se arredran a reñir.

Qué no ha visto, comadrita, en las trincheras,
unas papas que escribieron a la vez:
ya nos vamos de sus tierras, viejas fieras,
no se alegren que tenemos que volver.

La brigada que en esta plaza impera
unida con la de Jonacatepec,
son valientes con ellos, nomás tres piedras
y un tepetate para rejonear después.

Allá en Treinta con el general Maisanchos
y Tavera, y los demás generales,
pues “El Mole” les ha servido de empacho,
no aguardaron ni siquiera los tamales.

De Cuernavaca salieron con gran recelo
con sus trenes sin hacer ningún alarde,
porque pensaban que allí estaría “Tío Bebo”
que ese día acabaría con los cobardes.

Usted ha visto cómo destruyeron las casas
y rajaban sus maderas en montón,
en Palacio vendían la leña a sus “guachas”
tres palitos por dos reales o tostón.

Me despido, comadrita, porque es tarde
ai mañana seguimos la versión,
no sea que vaya a venir ya su compadre
y me juzgue carrancista de ocasión.

Mejor perro, comadrita, y no un cobarde,
un cobarde o mendigo de ocasión,
zapatistas aunque al mundo no le cuadre
y aunque viejas no cambiamos de opinión.

Corrido de Genovevo de la O

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Escuche toda la gente que a los combates no entró
el corrido del valiente Genovevo de la O.
Desde los principios de enero de 1911
apareció este guerrero, de cuerpo y alma de bronce.

Nació en un pueblo cercano, llamado Santa María,
le echaron tres pericos los federales un día;
allí lo cogieron preso cuando estaba descuidado
y se les fue a los pelones que le hicieron el mandado …

Desde entonces cada día fue terror de los federales,
porque él muy bien sabía que eran puritos ojales.
Los pelones en venganza de su noble valentía,
con vileza y felonía quemaron Santa María;
pero juró Genovevo vengar a su pobre gente
que sin haber ofendido sufría tan amargamente…

Probó su valor a raya y sus fuertes energías,
en los ataques famosos de la Cima y Tres Marías;
Robles que era tan tirano, una vez dijo en Las Lajas:
A ese hombre le tengo miedo porque me ha causado bajas.
A todos los naranjitas les dio del duro y parejo
y muchos en Cuernavaca estiraron el pellejo…

En cuanto combate entraba el Gral. De la O,
de su valor temerario bastantes pruebas les dio.
A Ojeda le dijo un día: no te he de dejar en calma,
traigo balas y machetes para darte hasta en el alma;
y de veras lo cumplió como se lo había ofrecido
en el alma le dio a ese federal bandido…

Las trincheras del Madroño les causaban miedo tanto,
que los pelones decían: ¡Es el cerro del espanto!;
en el sitio de Cuernavaca que duró 50 días,
el general Genovevo dio más empuje y valentía.

El 12 de agosto, Ojeda quemó armas y municiones,
porque ya se le daban las doce para hacer evacuación.
Con seis mil federales salió el 13 en la mañana,
dejando en el camino los vellones de su lana.

Aunque corrió como liebre lo dejaron como nuevo,
casi en todo el camino lo aniquiló Genovevo.

En cuanto entró triunfador con los. hombres que traía,
todo el pueblo le decía: ¡Que viva el libertador!

Que sepa toda la gente lo que Genovevo ha sido,
y aquí se acaba el corrido de ese general valiente.

Corrido de la muerte de Emiliano Zapata de Samuel M. Lozano

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Autor: Samuel M. Lozano.

Vengan a oír estos versos
todos con mucha atención,
de un gran suceso ocurrido
que comenta la Nación.

El jefe Pablo González
ideó sus planes certeros,
para poder dominar
al Estado de Morelos.

Primero vengo a contarles
la historia de un guerrillero,
desde que se pronunció
hasta su fin tan postrero.

En mil novecientos diez
en armas se levantó,
y al grito “¡Viva Madero!”
al gobierno combatió.

Luego Zapata y sus fuerzas
cuando Madero triunfó,
por causas no conocidas
de nuevo se sublevó.

Todos bien recordamos
cuando la traición de Huerta,
Zapata aún siendo rebelde
no se mezcló en la reyerta.

Cuando el cuartelazo infame
del día nueve de febrero
al Estado de Morelos
fué en automóvil Madero.

No se sabe a qué negocio
Madero fue a Cuernavaca,
el caso es sin contratiempo
conferenció con Zapata.

Por fin Huerta por los suyos
fué elegido Presidente,
pero Zapata en Morelos
juró a Huerta darle muerte.

Villa y Carranza en el norte
juraron con buen esmero,
vengar la sangre regada
del Presidente Madero.

Luego entre Villa y Carranza
un disgusto aconteció,
pero Emiliano Zapata
con Villa sí confrontó.

Se unieron Villa y Zapata
como buenos compañeros,
uno peleaba en el Norte
otro en el plan de Morelos.

Con Orozco y De la Barra
con Carranza y otros más,
Zapata jamás no quiso
hacer convenios de paz.

El famoso Plan de Ayala
era esa la única bandera,
que Zapata reclamaba
para terminar la guerra.

Las causas que reclamara
ese plan en realidad
es el reparto de tierras
Democracia y Libertad.

Pero Zapata renuente
nunca quiso someterse
para que buenas doctrinas
un gobierno las cumpliese.

Por fin Carranza, señores,
mandó fuerzas federales
a combatir a Zapata,
por montes, pueblos y valles.

Pues el General González
al frente de mil guerreros,
fué mandado por Carranza
al Estado de Morelos.

En un mes de operaciones
los soldados carrancistas
quitaron Cuautla Morelos
a las fuerzas zapatistas.

González dio garantías
a muchos jefes surianos
para rendirse al gobierno
en conformidad de hermanos.

Muchos jefes zapatistas
mirando las garantías,
a Zapata abandonaron
en todas sus correrías.

Zapata viéndose solo
con muy poco contingente,
acudió a su gran astucia
para reclutar más gente.

A fines del mes de marzo
del año que está presente,
Zapata mandó una carta
a Guajardo urgentemente.

Guajardo era Coronel
de las tropas de Carranza
pero logró de Zapata
hacerse de gran confianza.

Zapata mandó otra carta
hasta Cuautla astutamente,
a donde le aconsejaba
se volteara con su gente.

Guajardo le contestó
“no más espero el dinero,
para pagarle a las tropas
y pertrecharlas si puedo.

“Veinte cargas de maíz
tengo yo que recibir,
si es que usted las necesita
se las puedo conducir”.

Pues el Coronel Guajardo
fingiendo estar rebelado,
salió de Cuautla Morelos,
con sus tropas bien armado.

Guajardo salió de Cuautla
con mucho gusto y contento
al Rancho de Chinameca
para estar de destacamento.

Al licenciado Palacios
mandó Zapata al instante,
al Rancho de Chinameca
como su representante.

Cuatro cartas se mandaron
uno y otro en la ocasión,
a donde se profesaban
una gran estimación.

La última carta mandó
Guajardo en contestación,
donde le dijo a Zapata
“quedo a su disposición”.

La primera orden que dió
Zapata sin dilación,
que a Bárcenas lo matase
por jugar alta traición.

Guajardo dijo a Zapata:
“es difícil comisión,
porque Bárcenas se encuentra
en Cuautla en esta ocasión.

“Mi general, le obedezco
todo lo que mande usted,
pero mejor fuera bueno
tomar Jonacatepec”.

Por órdenes de Zapata
Guajardo salió de allí,
y la plaza fué tomada
el 8 del mes de abril.

Aunque el combate fué corto
con los falsos “zapatistas”
hubo siempre algunos muertos
de las fuerzas carrancistas.

En Tepaltzingo esperaba
Zapata de gusto henchido,
al valiente de Guajardo
por el triunfo ya obtenido.

Ya todo el plan de González
estaba casi concluído,
para poder agarrar
a Zapata muerto o vivo.

Una mujer se acercó
a Zapata desmayada,
diciéndole que Guajardo
quería hacerle una celada.

Zapata oyó los consejos
de su amiga sin igual
y también formó sus planes
para evitar cualquier mal.

“Muchachos, dijo Zapata,
tengan mucha precaución,
vigilen bien a Guajardo
que quiere hacernos traición”.

Como a las tres de la tarde
Guajardo se dirigía
a darle parte a Zapata
del gran triunfo de ese día.

Zapata dijo a Guajardo
que en prueba de estimación
celebraran ese triunfo
con un gran comelitón.

Pero el Coronel Guajardo
fingiendo estar fatigado,
dijo que no podía ir
por estar un poco malo.

Que mejor ese festín
se efectuara al otro día,
en Chinameca a su jefe
un banquete le ofrecía.

Zapata al fin accedió
a la oferta de Guajardo,
para ver si de ese modo
allí podía capturarlo.

Guajardo dijo a sus tropas
que al llegar su contrario
a Zapata se le hicieran
honras de divisionario.

Que para el segundo toque
contraseña anticipada,
los soldados sin demora
harían descarga cerrada.

Al llegar a Chinameca
Zapata, algo malició,
y cogiendo luego su arma
el combate se trabó.

Se posesionó muy bien
para poder resistir,
pero a los pocos momentos
ya no pudo combatir.

Muerto cayó en aquel sitio
por una bala certera,
terminando allí su vida
en su trágica carrera.

Varios Jefes Zapatistas
fueron hechos prisioneros,
y otros abandonaron
el Estado de Morelos.

Palafox allí murió,
Jáuregui fué capturado,
y en Cuautla de Morelos
fué también ejecutado.

El cadáver de Zapata
a Cuautla fué conducido,
para que por todo el pueblo
fuera bien reconocido.

Cuando en Morelos se supo
la nueva que aconteció,
toda la tropa con dianas
toda Cuautla recorrió.

De Ozumba y de Yautepec
de México y Cuernavaca,
iban a ver el cadáver
del que en vida fué Zapata.

Tres días estuvo su cuerpo
a la vista de la gente
hasta que fué sepultado
el día doce del presente.

Así terminó su vida
un jefe de guerrilleros,
criollito de Nenecuilco
del Estado de Morelos.

Ya este corrido he cantado
me despido con afán,
si en algo estuviere errado
las faltas perdonarán.

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