Jul 21
Letras Chinameca, Jesús Guajardo, Obregón, Zapata
Sobre el sentir de la Patria
quise escribir un renglón,
pero mi pluma es inepta,
carece de ilustración.
Ahora hablaré de Zapata
que en Chinameca cayó,
muerto por Jesús Guajardo
bajo una infame traición.
Murió el Caudillo Suriano
enemigo al español,
cuyo elemento insano
tanto odiaba el luchador.
Con el acero en la mano
y con supremo valor
gritaba: Muera el tirano
el déspota y el traidor.
Allá en los montes y valles
se oyó la voz del cañón,
también se oyeron los ayes
del guerrero que rodó.
Herido por la metralla
envuelto en sangre espiró,
por cobrar la libertad
que el pobre pueblo perdió.
Los que murieron, murieron,
y los que viven son hoy
los que se disputan puestos,
sillas de gobernación.
Allá, en los tiempos de lucha
pocos iban con valor,
nadie quería tener triunfos
para ser gobernador.
Hoy todos quieren el mando
tener un puesto de honor,
pero entonces digan cuando
demostraban tanto valor.
Solo Zapata luchando
permaneció allá en el Sur,
a las huestes levantando
con un patriótico amor.
La muerte de ese caudillo.
dióle gusto al español
decían: ha muerto el bandido
que tantos males causó.
Porque estaban ofendidos
el elemento opresor,
porque sus fincas Zapata
en ruinas se las dejó.
Zapata fue un gran patriota
como pudo serlo Obregón,
nunca de sangre una gota
regó por vías de ambición,
Si no es que una mala nota
la opinión pública dió,
para el Jefe surianó Zapata
fue un bravo campeón.
Adios, Patriota esforzado,
adios, bravo luchador,
leal y valiente soldado,
modelo de gran valor.
Jamás el Pueblo Suriano
se olvidará en su interior
que el general Emiliano
fue su grande defensor.
Apr 01
Letras Bárcenas, Carranza, Chinameca, Ciudad Juárez, Cuautla, Emiliano Zapata, Esparta, Francisco I. Madero, Huerta, Jesús Guajardo, Jonacatepec, la bola, Morelos, Pablo González, Plan de Ciudad Juárez, Plan de San Luis, Porfirio Díaz, Revolución Mexicana, revolucionarios, San Juan Chinameca, San Luis, Suriano, Tepalcingo, Zapatistas
Autor: Marciano Silva
Después de que aquél apóstol Don Francisco I. Madero
del Plan de Ciudad Juárez ingrato se burló
al ver hecho un despojo y caído por el suelo
ese estandarte honroso que repudió altanero
un pobre campesino al fin lo levantó.
Ese fiel campesino fué el inmortal suriano,
que indómito peleaba por el Plan de San Luis,
al ver que su caudillo había ya claudicado
alzó valiente y digno ese pendón sagrado
siguiendo con las armas luchando hasta el morir.
Fué Emiliano Zapata, el hombre sin segundo,
que ante la plutocracia su diestra levantó
fué un angel de la Patria, un redentor del mundo
que por su humilde raza duerme el sueño profundo
en los brazos de Vesta por voluntad de Dios.
Al ver la tiranía que contra los aztecas
los blancos dislocaban, siguió a un falso líder,
tiró a Porfirio Díaz después siguió con Huerta
peleó con bizarría contra las hordas necias
del infeliz Carranza donde llegó a caer.
Como los propietarios de este girón de tierra,
compraban los gobiernos con oro nacional
para que el proletario nunca libre se viera
teniendo un solo amo y una sola miseria
ganando en los ingenios un mísero jornal.
Por eso es que Carranza le dió a Pablo González
el mando de las fuerzas del Sur sin vacilar,
para que de Zapata murieran los ideales
pues vió que de ese Esparta sólo podría salvarle,
por tener más astucia que valor militar.
Hombre de mucho ingenio él y Jesús Guajardo
para esgrimir el alma de la más vil traición
pues de pronto se hicieron unos improvisados,
rivales al extremo que dispuso don Pablo
de que al fin se arrestara a Guajardo en la prisión.
Luego salió de Cuautla la cándida noticia
que Guajardo y don Pablo se odiaban con furor,
entonces Emiliano sin pérdida lo invita
creyendo que el pirata constitucionalista,
como al fin resentido obraría en su favor.
Guajardo le contesta, que dispuesto se hallaba
a secundarlo siempre si el perdón le ofrecía
Zapata en su respuesta tan fiel entusiasmada
dijo: con esta fecha queda garantizada,
su vida y al presente su misma jerarquía.
Después de esto le ordenó que sin pretexto alguno
me aprenda a Victoriano por ser un vil traidor,
y me lo mande luego pero muy bien seguro
pues soportar no puedo a ese falaz perjuro
que ha pisoteado indigno su palabra de honor.
Pero Guajardo a trueque de Bárcenas le entrega
sesenta voluntarios de su brigada de él
contestándole al Jefe que su orden no se lleva
a efecto estrictamente porque según las pruebas,
que Bárcenas fué enviado en comisión tal vez.
Y ese acto de barbarie alucinó a Zapata
y lo hizo caer al fondo de la credulidad
aliándose a un infame que atraído por su audacia
premeditó los planes de alevosía y ventaja
para acabar al golpe de una traición falaz.
Después viendo el efecto que produjo en Zapata,
aquella ocasión funesta le dijo con placer
con el mayor respeto le pido a usted por gracia
que me otorgue el derecho de tomar una plaza,
y esa plaza en cuenta es Jonacatepec.
Zapata contestóle, le otorgo a usted esa gracia
y puede usted tomarla con mucha precaución,
pero aquel hombre noble no vió que era una farsa,
de cómicos istriones pagados por Carranza
para que el Plan de Ayala muriera en su extención.
El fuego fué nutrido por una y otra parte
en ambos combatientes mostrábase el furor
pero lo más lucido fué, que en tan cruel desastre
ni un muerto ni un herido resultó en el combate
los proyectiles siempre obraban a favor.
De ahí como un Esparta marchó hacia Tepalcingo,
después del simulacro que cruel premeditó,
y el General Zapata, aquel digno caudillo
sobre su encuentro marcha con gusto a recibirlo
felicitando grato su indómito valor.
En medio de alborozo y vítores del pueblo
entró el Jefe y Guajardo con gran satisfacción
después de un fiel reposo Guajardo fué el primero
que marchó presuroso cual Napoleón tercero,
a San Juan Chinameca fraguando su traición.
Guajardo al separarse del gran Jefe suriano
a San Juan Chinameca con gusto lo invitó
para obsequiarle parque que traía de antemano
pero en su negra faz sólo se veía el engaño,
envuelto en su siniestra política de horror.
Al otro día Zapata marchó hacia Chinameca
con ciento cincuenta hombres de escolta nadamás,
donde lo esperaba Guajardo con firmeza
un viernes por desgracia el diez de abril por fecha
con seiscientos dragones para su acción falaz.
Del agua de los patos según dan referencias
llegó el jefe Zapata con una escolta fiel,
según ligeros datos a las siete cuarenta
en un pequeño cuarto contiguo hacia la hacienda
Guajardo y otros jefes se reunieron con él.
Para no errar el golpe Guajardo urdió la espúrea
noticia que el gobierno se acercaba veloz
ocupan luego entonces sus hombres las alturas
los barrancos y bloquea con la mayor premura
tapando las salidas con muchas precaución.
Zapata remontóse a la piedra encimada
mientras el vil Guajardo su gente disponía,
todavía el Iscariote le dijo que ordenara
si es que salía al galope llevando una avanzada
de gente de a caballo o pura infantería.
Hay muchos alambrados y la caballería
en tales circunstancias no se podrá batir
mejor lleve soldados de pura infantería
que el éxito ganado será por su hidalgía,
mientras yo a retaguardia me quedo a combatir.
Después cesó la alarma todo quedó tranquilo
era el último acto de aquel drama fatal,
mandó que lo invitaran el coronel Castillo,
para que le entregara el parque prometido
aquel noble espartano marchó sin vacilar.
Le dijo a su asistente, ve y traeme mi caballo
que el coronel me llama a su cuartel de honor
con diez de sus jinetes fué a ver a Guajardo
pues siempre los valientes no temen al menguado
porque su escudo de armas sólo es el pundonor.
Cuando tuvieron nota que el general llegaba
la banda de clarines le dió el toque de honor
la guardia presurosa al verlo presentó armas
después se oyó la odiosa y fúnebre descarga
cayendo el invencible Zapata ¡Oh que dolor!
Guajardo se soñaba el ser un Alejandro
cuando vió al suriano tendido hacia sus pies,
mandó que atravesado su cuerpo en un caballo
para que lo llevaran como un trofeo alcanzado
a Cuautla y se premiara su negra avilantez.
Al ver Pablo González llegar al vencedor
trayendo al que luchaba constante y varonil
oh cuantas atenciones al fin le prodigó,
condecorando innoble su astucia y no el valor
porque su limpia espada nunca supo medir.
Varios hombres lloraban al ver el triste fin
del hombre que luchaba por un bien nacional
las mujeres trocaban en rabia su gemir
al ver la declarada traición de un hombre vil
que hablarle cara a cara no pudo en lance tal.
Los guachos altaneros vagaban por las calles
burlándose falaces del pueblo espectador,
hoy si hijos de Morelos ya se acabó su padre
bien pueden ir a verlo e identificarlo
Guajardo en tal combate peleando lo mató.
Zapata fué el bandido por la alta aristocracia
mas a la vez ignoro su criminalidad
en su panteón lucido un ángel se destaca
trayendo así en su mano un libro lee entusiasta
“La tierra para todos y el don de Libertad”.
El año diez y nueve el mes de abril por fecha
murió el jefe Zapata como bien lo sabrán
del modo más aleve en San Juan Chinameca,
a la una y media breve de esa tarde siniestra
dejando una era grata así a la humanidad.
Jul 11
Letras Chinameca, Emiliano Zapata, Jesús Guajardo, Zapata
Con el sentir de mi patria voy a escrebir un renglón,
aunque mi pluma es inepta, carece de ilustración.
Ahora hablaré de Zapata que en Chinameca murió,
muerto por Jesús Guajardo bajo una infame traición.
Murió el caudillo suriano enemigo al español,
cuyo elemento insano que tanto dio al luchador
con el acero en la mano y con supremo valor
gritaba ¡muera el tirano, el déspota y el traidor!
Allá en los montes y valles se oyó el rugir del cañón,
también se escucharon ayes cuando el guerrero rodó
herido por la metralla, envuelto en sangre expiró
por darnos la libertad que el pobre pueblo perdió.
Los que murieron; los que viven son ahoy
los que disfrutan los puestos, sillas de gobernación;
allá en los campos de lucha pocos iban por valor,
ninguno quería obtener puesto de gobernador.
La muerte de ese caudillo diole gusto al español;
Decían: “ha muerto el bandido que tantos males causó”.
Es que estaban ofendidos del elemento opresor,
porque sus fincas Zapata en ruinas se las dejó.
Zapata fue un gran patriota y pelió de corazón,
nunca de sangre una gota derramó por ambición;
sólo que una mala nota la opinión pública dio,
fue la única derrota que el pobre pueblo perdió.
¡Adiós patriota esforzado! ¡adiós bravo luchador!
Leal y valiente soldado modelo de gran valor.
Nunca el pueblo mexicano olvidará en su interior
que el general Emiliano fue un grande defensor.
Jun 25
Letras Chinameca, Emiliano Zapata, Jesús Guajardo, Revolución, revolucionarios, Zapata
Sobre el sentir de la Patria
quise escribir un renglón,
pero mi pluma es inepta,
carece de ilustración.
Ahora hablaré de Zapata
que en Chinameca cayó,
muerto por Jesús Guajardo
bajo una infame traición.
Murió el caudillo suriano
enemigo al español,
cuyo elemento insano
tanto odiaba el luchador.
Con el acero en la mano
y con supremo valor
gritaba: Muera el tirano,
el déspota y el traidor.
Allá en los montes y valles
se oyó la voz del cañón,
también se oyeron los ayes
del guerrero que rodó.
Herido por la metralla
envuelto en sangre expiró,
por cobrar la libertad
que el pobre pueblo perdió.
Los que murieron, murieron,
y los que viven son hoy
los que se disputan puestos,
sillas de gobernación.
Allá en los tiempos de lucha
pocos iban con valor,
nadie quería tener triunfos
para ser gobernador.
Hoy todos quieren el mando
tener un puesto de honor,
pero entonces digan cuándo
demostraban tanto valor.
Sólo Zapata luchando
permaneció allá en el Sur,
a las huestes levantando
con un patriótico amor.
La muerte de ese caudillo
dióle gusto al español
decían: ha muerto el bandido
que tantos males causó.
Porque estaban ofendidos
el elemento opresor,
porque sus fincas Zapata
en ruinas se las dejó.
Zapata fue un gran patriota
como pudo serlo Obregón,
nunca de sangre una gota
regó por vías de ambición.
Si no es que una mala nota
la opinión pública dio,
para el jefe suriano Zapata
fue un bravo campeón.
Adiós, patriota esforzado,
adiós, bravo luchador,
leal y valiente soldado,
modelo de gran valor.
Jamás el pueblo suriano
se olvidará era su interior
que el general Emiliano
fue su grande defensor.
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