Corrido de la traición de Federico Morales

1 Comentario

Autor: Marciano Silva.

Si me consideras, público lucido
Y me prestas tu atención,
Voy a declararme y en lo sucesivo
Te daré una explicación.

El 30 de agosto día tan señalado
Del mismo que corresponde
Fecha y todo tienen muy bien enterado
De mil novecientos once.

No quedó conforme el General Zapata
Después de haber conquistado
Por ese motivo se salió de Cuautla
Esperando el resultado.

Salió rumbo a Anenecuilco
Donde su atención fijaba
Como es hombre vivo, conoció el peligro
La traición que le jugaban.

Al mismo momento se reunió su pueblo
Para saber lo que pasaba
Y él dio a saber del nuevo Gobierno
Y lo inconforme que estaba.

Mandó tocar las campanas
Ese Grande General,
Vámonos de nuevo a empuñar las armas;
LA DEFENSA ES NATURAL.

Yo no ambiciono la silla
Ni tampoco un alto puesto;
Lo que me adolece, mi patria querida,
Verla en tan cruel sufrimiento.

Resolvió su hermano Eufemio Zapata
Conociendo el mal proyecto,
Yo ni ahora ni nunca rendiré las armas,
Sólo ya después de muerto.

Esta política es falsa,
La tengo bien conocida,
Piensan primero recogernos las armas
Para quitarnos la vida.

Habló con su hermano Eufemio y le dijo:
Bajándose a lo profundo,
Ya no condesciendo, bajo de armisticio,
Ya ves los pagos del mundo.

Salieron de Ayala rumbo a Chinameca
Donde se reunieron todos,
Luego que llegaron pidieron permiso
Para jugar unos toros.

Dos días de toros jugaron
Nos quedan como recuerdos,
Ellos en sus gustos, y un vil a trasmano
Poniendo el parte a Morales.

“Aquí en la hacienda se encuentra Zapata,
Si lo quieren agarrar,
Tiene cuarenta hombres, pero mal armados,
Ora se han de aprovechar.”

-“Fórmele una entretenida,
Sin dársela a maliciar,
Déjenlo que goce cuanto pida,
Que su día se va a llegar.”

Pusieron violento el parte a Morales
Puesto por la Presidencia:
“A traerme a Zapata se va usted al momento,
Se halla en San Juan Chinameca.”

-“Con mucho empeño lo haré
Ahora si no se me escapa,
En 24 horas le prometo a usted
La cabeza de Zapata.”

Con 600 hombres marchó para Hidalgo
Queriendo igualar al viento.
Pero sólo Dios, que es dueño de lo creado,
No le concedió su intento.

Como a las once del día,
Por Santa Rita pasaron,
Porque dos sujetos allí los llevaban
Hasta el punto donde estaban.

Cuando el General se hallaba comiendo,
Con don Santiago Posada,
Llegó la noticia, que ya iba el Gobierno
Y a la hacienda se acercaba.

Montó su brioso caballo,
Paso a paso se fue yendo,
Frente a un obrador, con cinco soldados,
Se quedó reconociendo.

Cuando el General divisó al Gobierno
Que se acercaba hacia el puente,
Echó mano al rifle y se apeó del caballo
Y con cinco les hizo frente.

Lo rodearon cuatrocientos,
Pero él no se acobardó
Haciéndoles fuego como decidido
Entre ellos se revolvió.

Sin saber que el General
Había puesto su avanzada
En el camposanto, tras de un tecorral,
Les formaron una emboscada.

Cuando les marcaron el “¡Alto ahí!, ¡Quién vive!”
Dijeron, pues -Figueroa.
Con un par de bombas, luego los reciben
Para comenzar la loa.

Dicen que los derrotaron
Pues así corre la voz,
Fueron sólo tres, los que allí se quedaron,
Contrarios setenta y dos.

A la tumba de los Héroes

2 Comentarios

Autor: M. A.

Saludo, oh Patria mía, la tumba de los Héroes
que están en gloria eterna gozando en dulce paz,
para ensalzar el nombre de Hidalgo y otros héroes
y bendecir la historia que hoy vine a consagrar.

Recordando de aquellos nobles ancianos
hoy la fecha de mil novecientos once
que han libertado a nuestro pueblo mexicano
del intento que amaban los españoles.

Hoy México en sus glorias secas no vio sus flores
la más pura esencia de su cáliz apuró,
convertida entretanto en sangre y en ardores
al ver que sus promesas ninguna se cumplió.

Dios le ha dado un poder tan soberano
a otro hidalgo que ha nacido en nuestra patria,
estas honras recibió don Emiliano
a quien nombramos señor General Zapata.

Hoy, si Benito Juárez volviese aquí a la vida,
iríamos muy gustosos a dar nuestra ovación,
entonces levantara su faz más resentida
como serena el alma de los tintes de una flor.

Este hombre que ha nacido en nuestro Estado
le ha pedido, por su honra, a Dios clemencia,
porque se ha visto que con la espada en la mano
él defiende con honor la independencia.

Comprendo yo que Juárez le dio desde su gloria
su cetro y su corona al bendecir su honor,
es fuerza que le demos del lauro la historia
y libre de este yugo a toda la Nación.

Si el trino que se escucha entre las aves
y la flor que da su aroma al suelo santo
mil honras te consagro en tus altares
y con el trino matinal borren el llanto.

En fin, si en lo futuro mis nobles ciudadanos
llegase otra conquista del gobierno español
tendremos siempre en cuenta al señor don Emiliano,
él irá a su defensa por nuestro pabellón.

Si en tumba más sombría llegase a verte
una palma dolorida voy a darte
y al llegar yo besaré tu losa inerte
recordando de la historia que dejaste.

En fin, señores, yo pienso cual pobre mexicano,
pedir una indulgencia, si la merezco yo,
y reciba por obsequio don Emiliano
laureles y guirnaldas y el centro de su honor.

A ti, digno General, hoy te pido
que te dignes dispensarme por tu honra
de mi suerte es un elogio el que he tenido
porque el autor fuiste en la sangre redentora.

En fin, ya me despido de esta amable reunión,
suplico que se sirvan mis versos otorgar,
ustedes muy bien saben que mi ramo no es trovar,
también me perdonan si he venido a importunar.

Mas en fin, nobles caudillos, me despido,
señor Eufemio y también don Emiliano,
Dios los bendiga para siempre por su mano
para librar a nuestro pueblo mexicano.