Corrido de Jesús Capistrán y Maurilio Mejía
Oct 28
Letras Chinameca, Jesús Capistrán, Jesús M. Guajardo, Maurilio Mejía, Pablo González, Plan de Ayala, Zapata Sin comentarios
Hoy amigos la suerte es contradictoria,
cuando el hombre no tira bien sus medidas,
queda escrito en los anales de la historia
lo que le hombre pueda ser en esta vida.
Es muy lógico que el hombre sea patriota,
guerrillero y de muy buenas condiciones,
que se gane las presillas y carlotas
con sus hechos, pero en buenas condiciones.
Pero el hombre que traiciona a su bandera
es muy poco militar y no es patriota,
ser lo lleva la ambición de las monedas,
son muy raras las personas y muy pocas.
En la historia están grabados los traidores,
los que dicen: “Soy patriota”, y no lo son,
sugestionan sus personas y por cobres
nada le hace que se pierda el pundonor.
Ante el vulgo es afrentoso que Maurilio
que se entablen relaciones con don Pablo,
que recuerden que González fue el cuchillo
y el verdugo fue Jesús M. Guajardo.
Ni el rumor de las espadas han podido,
ni secciones de cañones que emplazaron ,
sólo Jesús Capistrán y usted Maurilio
sin más réplica al gobierno se pasaron.
Que nos duele tanta sangre que ha corrido
por el bien de nuestros pueblos mexicanos,
todavía con eso, señor don Maurilio,
se transmite un carrancista y vil tirano.
Si Zapata reviviera y los viera
todos los que han traicionado el Plan de Ayala,
desearían que se los tragara la tierra
y de vergüenza no le querrían dar la cara.
Rancho Nuevo, Chinameca, es un testigo,
allí fue donde sucumbió nuestro caudillo,
el apóstol que teníamos más querido,
que el suriano nunca olvida su sentido.
Los valientes nunca corren a rendirse,
el que no ama Dios ni Patria es un tirano,
los presente sólo están para decirles
que muy pronto verá usted su desengaño.
La historia ha de condenar a los infieles,
como premiará a los que han sido leales,
los que no se acobardaron con las muelles,
los que firmes sostuvieron sus ideales.
Adiós Maurilio Mejía, ya me retiro,
a Jesús Capistrán dará un abrazo,
el que su mano le extiende a su enemigo,
pues, de seguro, sólo le espera el cadalso.
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