Entrada triunfal de las fuerzas revolucionarias a la capital de México el 6 de Diciembre de 1914

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Les voy a cantar amigos,
lo último que sucedió.
Que el día 4 de diciembre
Villa a Zapata abrazó,
y tanto se emocionó
que lágrimas le rodaron
como que significaron
el bien para la Nación;
y desde aquella ocasión
los balazos se acabaron.

En Xochimilco pasó esto,
de lo que les estoy tratando
y si no lo quieren creer
que lo vayan preguntando;
lo fueron cablegrafiando,
a los Estados Unidos,
ya que de todos fue sabido,
Wilson también lo conoce
y dicen que ha prometido
que al gobierno reconoce.

Ejército ya tenemos
que nos viene asegurar,
que garantías ha de dar
que mucho ya apetecemos
Ahora sí ya bien podremos
de dulce quietud gozar,
pues Villa nos ha de dar
el valioso contingente
de disciplinada gente
que él bien supo organizar.

Son valientes fronterizos
al peligro ya avezados,
campesinos esforzados,
cuyos músculos macizos,
cuyos semblantes cobrizos
desde luego indican ser,
de gente que hasta vencer
sabe indómita luchar,
pues encuentra en el bregar
un insólito placer.

La ciudad alegre está
con los villistas famosos,
zapatistas valerosos
gente que bien nos traerá.
Con razón la gente va
con el semblante contento,
ansiando con el aliento
bien poderlos contemplar,
para poder afirmar
que su entrada no es un cuento.

Antes la gente sentía
tristeza muy pronunciada,
pena en el alma infiltrada,
profunda melancolía.
Hoy se le nota alegría,
y a fe que tiene razón,
que obedece su emoción
a un motivo muy fundado:
un ejército ha llegado
que causa satisfacción.

Hay en los soldados éstos
un contingente marcial,
serio el semblante y formal,
que no promete denuestos.
No son augurios funestos
los que vierte su presencia,
pues no es la injusta violencia
lo que viene a traer,
sino paz a establecer
como lo ansía la conciencia.

Las campanas repicaron
y la nueva difundieron,
de que villistas vinieron
y zapatistas llegaron.
Muchas gentes contemplaron
el ejército llegar,
y pueden testificar
su orden y su compostura,
y el aspecto de bravura
que en ellos se hace notar.

En correcta formación,
alineada, estricta, justa
que a la ordenanza se ajusta
y a militar prescripción,
cada tupido escuadrón
desfiló bizarramente
y pudo mirar la gente
que la entrada presenciaba,
cómo el soldado marchaba
alta llevando la frente.

¡Salid villistas valientes
y felipistas bizarros,
que sois magníficos charros
y soldados imponentes!
Levantad las fieras frentes,
que un laurel habrá que ornar,
que la fama os ha de dar
por vuestros hechos de guerra
esta mexicana tierra,
que así os ha de premiar.

Mexicanos tan sufridos;
que la guerra fratricida
sea para siempre concluida,
que estemos todos unidos;
y que sean bienvenidos,
la calma para afianzar,
estos soldados que a dar
vienen orden, garantías,
con las grandes valentías
que han sabido demostrar.

Este día seis memorable
impreso se quedará
como que fue cuando entraron
las fuerzas a la ciudad;
de gente una inmensidad
en las calles se formaron,
confetis y flores regaron
en prueba de admiración,
las campanas repicaron
para rubricar la unión.

Palacio se engalanó
con cortinas y banderas,
esas que son mensajeras
de unión y fraternidad,
y que tienen igualdad
donde el escudo aparece
y que a todos ennoblece
ondeando como el mejor
en la ciudad o en la guerra
el pabellón tricolor.

El presidente Gutiérrez
en un balcón se asomó
y con mano cariñosa
desde ahí los saludó;
esto nos significó
que política no tienen
y que si a la ciudad vienen
vienen a garantizar
la vida y los intereses
que otros pretendían quitar.

Como somos mexicanos,
ayuda hemos de prestar
a todos nuestros hermanos
que bien supieron luchar,
vayamos a trabajar
que ya se hace necesario,
porque ganando el salario
todos nos hemos de honrar;
la patria ha de prosperar
con nuestro trabajo diario.

Vivan, pues, los generales
que vienen a rescatar
las libertades queridas
que nos quisieron quitar,
a México hemos de honrar
como buenos ciudadanos,
rencillas hay que olvidar
que no tenemos tiranos,
alegres, contentos y ufanos
debemos por siempre estar.

La batalla de Zacatecas, Antonio Aguilar

1 Comentario

En mi lindo Zacatecas
Hubo una gran matazón
De huertistas y villistas
Quedaron hechos montón

1914 se conmovía la nación
Al saber que en Zacatecas
Triunfo la revolución

En su caballo alazán
Les gritaba Pancho Villa
vengaremos a Madero
Que tumbaron de la silla

Los generales villistas
Se lanzaron al ataque
Por la bufa y por el grillo
Arrasando con el faro
que diezmaba con su brillo

De Zacatecas señores
Es Don Pánfilo Natera
confinado en Guadalupe
Sostuvo la balacera

Por la División del Norte
Zacatecas fue tomada
Muriendo muchos villistas
por la libertad que amaban

Entonando su adelita
Los villistas cantadores
libraron a Zacatecas
De los huertistas traidores

Hoy les doy un pormenor
De la toma de Zacatecas
de la historia referida
que siempre tendré presente
mientras yo viva en la vida

De la toma de Zacatecas

4 Comentarios

Voy a cantar estos versos,
de tinta tienen sus letras,
voy a cantarles a ustedes
la toma de Zacatecas.

Mil novecientos catorce,
mes de junio veintitrés,
fue tomado Zacatecas
entre las cinco y las seis.

Gritaba Francisco Villa
en la estación de Calera:
vamos a darle la mano
a don Pánfilo Natera.

Ya tenían algunos días
que se estaban agarrando,
cuando llega el general
a ver qué estaba pasando.

Cuando llega Pancho Villa
sus medidas fue tomando:
a cada quien en su puesto
los iba posesionando

Les decía Francisco Villa
al frente del Batallón;
para empezar el combate
al disparo de un cañón.

Al disparo de un cañón,
como lo tenían de acuerdo,
empezó duro el combate
por el lado derecho e izquierdo.

Les tocó atacar La Bufa
a Villa, Urbina y Natera,
porque allí tenía que verse
lo bueno de su bandera.

Decía el coronel García,
con su teniente Carrillo:
le pido permiso a Villa
para atacar por El Grillo.

Fue tomado Zacatecas
por Villa, Urbina y Natera,
Ceniceros y Contreras,
Madero Raúl y Herrera.

¡Ahora sí, borracho Huerta,
harás las patas más chuecas,
al saber que Pancho Villa
ha tomado Zacatecas¡

Gritaba Francisco Villa:
¿En dónde te hallas Barrón?
Se me hace que a mí me vienes
guango como el pantalón.

Les decía Francisco Villa
con una voz muy ufana:
ya están tumbando la finca
que le nombraban La Aduana.

Esa finca de La Aduana
era una finca bonita,
la tumbaron los huertistas
con pólvora y dinamita.

Gritaba Francisco Villa:
¿Dónde te hallas Argumedo?
¿Por qué no sales al frente,
tú que nunca tienes miedo?

Debajo de aquella finca,
allá había muchos pelones,
muchas armas, mucho parque y
más de veintidós cañones.

¡Ay hermoso Zacatecas!
mira como te han dejado,
la causa fue el viejo Huerta
y tanto rico allegado.

Estaban todas las calles
de muertos entapizadas
y las cuadras por el fuego
todititas destrozadas.

Adiós, cerro de La Bufa,
con tus lúcidos crestones,
cómo te fueron tomando
teniendo tantos pelones.

Andaban los federales,
que no hallaban ni qué hacer,
buscando enaguas prestadas
pa’ vestirse de mujer.

Subieron a las iglesias
a repicar las campanas
y las bandas por las calles
sonorizaban con dianas.

Cuatro ramitos de flores
puestos en cuatro macetas,
por la División del Norte
fue tomada Zacatecas.