La chinita (1910)

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Cuánto padezco, chinita,
porque te has vuelto muy loca,
sólo con mi 30-30
se te quita lo marota.

Ya no te quiero, pelona,
porque no me da la gana,
pues tú me quieres tener
borracho de mariguana.

Dices que me quieres mucho,
nomás no lo andes contando;
no te vayas a quedar
como los guajes, colgando.

Dicen que me han de matar
ora que ando en las pisiadas;
al cabo qué me han de hacer
los hijos del as de espadas.

Ya no te quiero, chinita,
porque te has vuelto muy loca,
pareces campanillita
que cualquier catrín te toca.

¡Qué desgraciada es mi suerte
y qué negra es mi fortuna,
siempre que yo vengo a verte
hay un pato en la laguna!

Árboles de la Alameda,
chiquitos, pero floreando;
si unos brazos me desprecian,
otros me están esperando.

Árboles de la Alameda,
¿por qué no han reverdecido?
¿Qué dicen, calandrias cantan?,
o les apachurro el nido.

A orillas de una laguna
sacó la cabeza un bagre
y gritó con valentía:
Van y…. vuelven a la tarde.

Ya no soy de Monterrey,
soy de sus alrededores
y pedimos a los gringos
que nos guisen los frijoles.

Chinita, cada que vengo
hallo tu puerta cerrada,
puede que estés cosiendo
o en tu camita sentada.

Supiste que yo era alegre,
que me gustaba el billar,
supiste todos mis vicios,
no tienes qué repelar.