Sep 24
Letras Carranza, Guajardo, Monterrey, Pablo González
No tantas se hacen al día
como se pagan velando,
y es justo, por vida mía,
el dar como vienen dando.
El asesino Guajardo,
por traición, mató a Zapata;
y a él, que fué de pico pardo,
también por ley se le mata.
Por llegar a general
fué de traición en traición,
a todos causando mal
y afrentando a la Nación.
Satélite de González
y aconsejado por él,
causó al pueblo muchos males,
haciendo muy mal papel.
Su reputación se alzó
cuando la huida de Carranza,
pues en él se hizo confianza
y la suerte le ayudó.
Más hasta en eso se ve
que su conciencia era poca,
pues él fue quien puso en pié
lo de la máquina loca.
Muchas víctimas cayeron
en desgracia en esa vez,
mas casi todos dijeron:
¡Azar de la guerra es!
Y así las cosas pasaron
y Guajardo se salvó,
pues todos consideraron
que el caos así lo exigió.
Pero esto no quieta, pues,
del hecho la gravedad;
ni deja de ser maldad,
como se juzgó después.
Hasta aquí se había salvado
el Guajardo en sus maldades,
más siguen sus liviandades
y sus hechos de malvado.
Se pronuncia; se le ataca,
se despedaza su gente,
y su maldad se destaca
como audaz, como insolente.
Y viéndose en la impotencia
porque nadie lo seguía,
no se acoge a la clemencia
ni la prudencia es su guía.
Sino que huye avergonzado
tras de su jefe y señor,
que es otro que se ha ofuscado
en las leyes del honor.
Se marcha hasta Monterrey
huyendo entre matorrales,
tras de Don Pablo González
como hombre de mala ley.
Y cuando hasta allí llegó,
huyendo entre matorrales,
tras de Don Pablo González
como hombre de mala ley.
Y cuando hasta allí llegó,
huyendo de su fracaso,
encuentra a su fuerte brazo
que ya también él cayó…
La justicia los separa;
se esconde, más dan con él,
y hace muy triste papel
cuando le hablan cara a cara.
A su jefe no rescata
y en un cuartel fué metido,
y allí queda detenido
el matador de Zapata…
A sumariarlo proceden
para ver cuál es su suerte,
y ya salvarse no pueden
de la sentencia de muerte.
Y el rudo conspirador
torpe, desleal e infidente,
no muere como un valiente,
y sí como vil traidor.
Mala muerte, el ambicioso,
desde su cuna declara,
pues desde luego prepara
un suplicio vergonzoso.
González, que fué el mentor
de Guajardo en liviandades,
verá que en sus terquedades
no tendrá suerte mejor…
El mérito se aquilata,
pero el error se castiga;
y aquél que al error instiga
también nuestra ley lo mata.
Dura es la Ley, pero es ley
que no perdona al osado;
y el caso de Monterrey
está bien patentizado.
Guajardo bajó a la tumba
y con él irá González;
¡Que así la maldad sucumba!
¡Que así acaben los desleales…!
Si el ejemplo prosperara
no habría más revolución,
y nadie se levantara
arruinando a la Nación.
Pero por suerte fatal
hay racimo de tiranos
que viven buscando el mal
a todos los mexicanos.
Apr 09
Letras 1920, Buenavista, Cano, Enrique Hernández, Gomez Palacio, Guajardo, Isaac Garza, Monterrey, Obregón, Osuna, Ríos Zertuche, Torreón, Villa, Zapata
Autor: Eduardo Guerrero.
Las iras de Dios desata
quien a traición a otro hiere,
y siempre el que a hierro mata
ya saben que a hierro muere.
Esta sentencia terrible
hoy tuvo confirmación
porque Guajardo murió
a causa de una traición.
Guajardo se fingió amigo
de Zapata y a él se alió
y cuando lo vio confiado
a vil traición lo mató.
A la Paz le sirvió mucho
su acción innoble y falaz,
pero la moral fue herida
con esa acción incapaz.
Ahora en Monterrey se vio
cumplir divina sentencia
y a traición Cano entregó
a Guajardo sin conciencia.
Después del triunfo sonado
de González y Obregón.
Guajardo contra de Villa
salió con rumbo a Torreón.
Pero ya tenía su plan
de combatir al Gobierno
pues le dieron muy poco
o era un rebelde eterno.
Al partir de Buenavista
tuvo un percance terrible
pues impedía castigar
un delito muy punible.
Su chaufer mató a un sujeto
lo mandaron aprehender,
pero Guajardo se opuso
y lo tuvieron que vencer.
Salieron luego sus trenes
para el norte del país,
con mil doscientos soldados
pensando hacer un desliz.
Llegando a Gómez Palacio
se declaró en rebelión
desconociendo al Gobierno
y Poderes de la Unión.
Marchóse por la llanura
buscando ayuda eficaz,
por el rumbo del Saltillo
pues no se creyó capaz.
El Gobierno mandó tropa
que lo fuera a perseguir
y en la hacienda La Hediondilla
tuvieron que combatir.
Guajardo perdió la acción,
se dispersaron sus tropas
y con unos cuantos hombres
huyó con muy pocas ropas.
Se perdió por unos días
lo creían unido a Osuna,
cuando vino a aparecer
ya sin esperanza alguna.
En Monterrey se escondió
en la casa de su esposa,
allí lo encontró un amigo
y pasó cosa horrorosa.
Este le avisó al Gobierno
en qué casa se ocultaba
y lo hicieron aprehender
por quien ruin lo delataba.
Antonio Cano, era amigo
y también subordinado
y en la acción de la Hediondilla
se entregó y fue perdonado.
Guajardo no resistió
cuando fueron a aprehenderlo
pero a Cano le injurió
porque así llegó a perderlo.
Para formarle proceso
fue preso incomunicado
y en un Consejo de Guerra
a muerte fue condenado.
La noche del diecisiete
la pasó Guajardo en vela
y la sombra de Zapata
fue su única compañera.
Por la mañana a las siete
del dieciocho del actual
fue ejecutado Guajardo
en el Cuartel Terminal.
Seis soldados fusilaron
al matador de Zapata
mandados por Ríos Zertuche
y les regaló su plata.
Con la primera descarga
cayó herido el general
y el mayor Enrique Hernández
le destrozó el parietal.
Los deudos pidieron luego
se les entregara el muerto
y en la calle Isaac Garza
velaron su cuerpo yerto.
Sus restos duermen en paz
en el gran panteón del Carmen
y su fin no olvidarán
los que contra el Gobierno se alcen.
El pueblo ya está cansado
con tanta revolución
quiere paz; quiere trabajo,
y progreso en la nación.
Triste fin de un guerrillero
acabó de referir
a traición mató a su amigo
y otro le hizo a él morir.
May 17
Letras Cuauhtémoc, Guajardo, Madero, Mexicano, Monterrey, Morelos, Plan de Ayala, San Juan Chinameca, Zapata
Como Judas tembló ante su crimen,
aquel crimen que al mundo asombró,
de un cobarde lo mismo repite,
otra historia que a otro hombre perdió.
Fue Guajardo el vil de los viles,
que no pudo en las luchas de honor
conquistar con aquellos fusiles
la existencia de un libertador.
Esto fue allá en San Juan Chinameca
diez de abril cuando un héroe murió,
cuando el grande don Pablo la Hiena
operaba por esta región;
no pudiendo vencer por la fuerza
y las armas de aquel gran campeón,
combinaron una estratagema
que horroriza a toda la nación.
Mexicano que tiene en sus venas
de Cuauhtémoc la sangre a la vez,
no asesina con esas vilezas.
A Zapata, una santa leyenda
le tendrá que juzgar cual un juez,
y veremos que no fue la Hiena
como el Judas muerto en Monterrey.
El caudillo suriano fue el genio
fuerte y firme en su santo ideal,
su memoria merece respeto
si es que se halla en la eternidad;
fue vendida en cincuenta mil pesos
por Guajardo el infame chacal
que asoló a nuestro bello Morelos,
aquel réprobo que hizo Satán.
Ni la sangre de toda la raza
maldecida por el buen pensar,
restituye la más cruel infamia
que registra en nuestro siglo actual.
¡Gloria al héroe de ese Plan de Ayala,
que ante Dios y ante la humanidad
por Dios y justicia imploraba
para hacerse un pueblo liberal!
A su tumba los negros crespones
hoy llevemos con respeto profundo
para hacer un recuerdo del hombre
que murió sosteniendo su ley,
del que nunca temía a los cañones
ni amenazas del alto poder;
sólo quizo enseñar a traidores
que amó al pueblo que lo vio nacer.
Como todo el pueblo ya lo sabe
lo que fue ese grande general,
quien altruista a los infames
alejó de su estado natal.
Ricachones que chupaban la sangre
a quienes oro y plata les dan,
derramando el sudor miserable
por cincuenta centavos quizá.
Fueron dueños del Estado
protegidos por Díaz y Corral;
ya no daban al proletariado
la justicia, todo era impiedad,
por millares de hectáreas contaban
los bandidos de nuestra entidad;
fueron tierras y agua que al pueblo
robaban en esa dictadura fatal.
Pero un hombre en el norte da el grito
belicoso para ir a pelear
contra Díaz y soldados malditos
que horrorizan a toda la nación;
y el Caudillo suriano, ofendido
de esa leva siniestra y rapaz,
hizo fiel juramento como indio
de salvar a su pueblo natal.
Pero como Madero no quiso
escuchar de ese pueblo el clamor
que le puso a llevar los destinos
de una patria llena de opresión
y Zapata, patriota y altivo,
ante la ara de nuestra nación
al apóstol aquel fementido
desconoce según su opinión.
Aquel hombre de bronce ya altivo
proclamó el Plan de Ayala con fe,
por dejar consumada su obra
que hace al pobre libre del burgués;
no luchó por un puesto de gloria
ni aceptó del traidor el laurel,
ni escuchó una voz protectora
de nación extranjera a la vez.
Ni el extinto Carranza con todos
sus bandidos pudieron vencer
a Zapata, que fue el gran apóstol
por su lema de justicia y ley;
fue su sangre vertida hecha lodo
por traidores que no olvidaré,
que mancharon su honor por el oro,
pero todo ya está en tinta y papel.
Yo sin ser del caudillo un soldado,
porque nunca podía yo mentir,
ha existido en mi pecho un santuario
para el nombre de aquel paladín
cuya fama pasó del océano,
y el problema agrarista de aquí
ya se cierne doquier y hace estragos
a esa raza de pulpos tan ruin.
Coloquemos por siempre en su tumba
negras flores el día diez de abril,
y allí estaremos compañeros todos
siempre juntos para hacer cumplir
Tierra Libre, que escribió la pluma
de Zapata, traicionado al fin
y a quien ese Dios de las alturas
que en paz goce si se encuentra allí.
Jan 22
Letras Banda 3 Rios, Laredo, Monterrey, Reynosa
Por las márgenes del río
de Reynosa hasta Laredo
se acabaron los bandidos
se acabaron los pateros
y así se están acabando
a todos los pistoleros.
Cayeron Dimas de León
Generoso Garza Cano
y los hermanos Del Fierro
y uno que otro americano
a todos los mas valientes
a traición los han matado.
Lucio cayo en Monterrey
Silvano en el río grande
lo mataron a mansalva
los rinches que son cobardes
en los pueblitos del norte
siempre ha corrido la sangre.
Liquidaron a Ezequiel
en los años del cuarenta
José López en Linares
sigue aumentando la cuenta
Arturo Garza Treviño
allá en el once sesenta.
Los pistoleros de fama
una ofensa no la olvidan
y se mueren en la raya
no les importa la vida
los panteones son testigos
es cierto no son mentiras.
Así se están acabando
todos los mas decididos
desde aquí se les recuerda
cantándoles sus corridos
murieron porque eran hombres
no porque fueran bandidos.
Jul 07
Letras Chinameca, Madero, Monterrey, Morelos, Plan de Ayala, Zapata, Zapatistas
Como Judas tembló ante su crimen,
aquel crimen que al mundo asombró,
de un cobarde lo mismo repite,
otra historia que a otro hombre perdió.
Fue Guajardo el vil de los viles,
que no pudo en las luchas de honor
conquistar con aquellos fusiles
la existencia de un libertador.
Esto fue allá en San Juan Chinameca
diez de abril cuando un héroe murió,
cuando el grande don Pablo la Hiena
operaba por esta región;
no pudiendo vencer por la fuerza
y las armas de aquel gran campeón,
combinaron una estratagema
que horroriza a toda la nación.
Mexicano que tiene en sus venas
de Cuauhtémoc la sangre a la vez,
no asesina con esas vilezas.
A Zapata, una santa leyenda
le tendrá que juzgar cual un juez,
y veremos que no fue la Hiena
como el Judas muerto en Monterrey.
El caudillo suriano fue el genio
fuerte y firme en su santo ideal,
su memoria merece respeto
si es que se halla en la eternidad;
fue vendida en cincuenta mil pesos
por Guajardo el infame chacal
que asoló a nuestro bello Morelos,
aquel réprobo que hizo Satán.
Ni la sangre de toda la raza
maldecida por el buen pensar,
restituye la más cruel infamia
que registra en nuestro siglo actual.
¡Gloria al héroe de ese Plan de Ayala,
que ante Dios y ante la humanidad
por Dios y justicia imploraba
para hacerse un pueblo liberal!
A su tumba los negros crespones
hoy llevemos con respeto profundo
para hacer un recuerdo del hombre
que murió sosteniendo su ley,
del que nunca temía a los cañones
ni amenazas del alto poder;
sólo quizo enseñar a traidores
que amó al pueblo que lo vio nacer.
Como todo el pueblo ya lo sabe
lo que fue ese grande general,
quien altruista a los infames
alejó de su estado natal.
Ricachones que chupaban la sangre
a quienes oro y plata les dan,
derramando el sudor miserable
por cincuenta centavos quizá.
Fueron dueños del Estado
protegidos por Díaz y Corral;
ya no daban al proletariado
la justicia, todo era impiedad,
por millares de hectáreas contaban
los bandidos de nuestra entidad;
fueron tierras y agua que al pueblo
robaban en esa dictadura fatal.
Pero un hombre en el norte da el grito
belicoso para ir a pelear
contra Díaz y soldados malditos
que horrorizan a toda la nación;
y el Caudillo suriano, ofendido
de esa leva siniestra y rapaz,
hizo fiel juramento como indio
de salvar a su pueblo natal.
Pero como Madero no quiso
escuchar de ese pueblo el clamor
que le puso a llevar los destinos
de una patria llena de opresión
y Zapata, patriota y altivo,
ante la ara de nuestra nación
al apóstol aquel fementido
desconoce según su opinión.
Aquel hombre de bronce ya altivo
proclamó el Plan de Ayala con fe,
por dejar consumada su obra
que hace al pobre libre del burgués;
no luchó por un puesto de gloria
ni aceptó del traidor el laurel,
ni escuchó una voz protectora
de nación extranjera a la vez.
Ni el extinto Carranza con todos
sus bandidos pudieron vencer
a Zapata, que fue el gran apóstol
por su lema de justicia y ley;
fue su sangre vertida hecha lodo
por traidores que no olvidaré,
que mancharon su honor por el oro,
pero todo ya está en tinta y papel.
Yo sin ser del caudillo un soldado,
porque nunca podía yo mentir,
ha existido en mi pecho un santuario
para el nombre de aquel paladín
cuya fama pasó del océano,
y el problema agrarista de aquí
ya se cierne doquier y hace estragos
a esa raza de pulpos tan ruin.
Coloquemos por siempre en su tumba
negras flores el día diez de abril,
y allí estaremos compañeros todos
siempre juntos para hacer cumplir
Tierra Libre, que escribió la pluma
de Zapata, traicionado al fin
y a quien ese Dios de las alturas
que en paz goce si se encuentra allí.
Página anterior
Comentarios recientes