El Mayor de los Dorados

3 Comentarios

Fui soldado de Francisco Villa
de aquel hombre de fama mundial,
que aunque estuvo sentado en la silla
no envidiaba la presidencial.

Ahora vivo allá por la orilla
recordando aquel tiempo inmortal.
Ay… Ay…
Ahora vivo allá por la orilla
recordando a Villa allá por Parral.

Yo fui uno de aquellos Dorados
que por suerte llegó a ser Mayor,
por la lucha quedamos lisiados
defendiendo la patria y honor.

Hoy recuerdo los tiempos pasados
que peleamos contra el invasor,
hoy recuerdo los tiempos pasados
de aquellos Dorados que yo fui Mayor.

Mi caballo que tanto montara
en Jiménez la muerte encontró,
una bala que a mí me tocaba
a su cuerpo se le atravesó.

Al morir de dolor relinchaba
por la patria la vida entregó
Ay… Ay…
Al morir de dolor relinchaba
cómo le llorara cuando se murió.

Pancho Villa te llevo grabado
en mi mente y en mi corazón
y aunque a veces me vi derrotado
por las fuerzas de Álvaro Obregón.

Siempre anduve como fiel soldado
hasta el fin de la revolución
Ay… Ay…
Siempre anduve como fiel soldado
que siempre ha luchado al pié del cañón.

De la persecución de Villa

2 Comentarios

Patria México, febrero veintitrés,
dejó Carranza pasar americanos:
dos mil soldados, doscientos aeroplanos,
buscando a Villa, queriéndolo matar.

Después Carranza les dijo afanoso:
si son valientes y lo quieren combatir,
concedido, les doy el permiso,
para que así se enseñen a morir.

Comenzaron a echar expediciones,
los aeroplanos comenzaron a volar,
por distintas y varias direcciones,
buscando a Villa, queriéndolo matar.

Los soldados que vinieron desde Texas
a Pancho Villa no podían encontrar,
muy fastidiados de ocho horas de camino,
los pobrecitos se querían regresar.

Los de a caballo ya no se podían sentar,
más los de a pié no podían caminar;
entonces Villa les pasa en su aeroplano
y desde arriba les dijo: Gud bay.

Cuando supieron que Villa ya era muerto,
todos gritaban henchidos de furor:
ahora sí, queridos compañeros,
vamos a Texas cubiertos con honor.

Mas no sabían que Villa estaba vivo
y que con él nunca iban a poder;
si querían hacer una visita
hasta la sierra lo podían ir a ver.

Comenzaron a lanzar sus aeroplanos,
entonces Villa, un buen plan les estudió:
se vistió de soldado americano
y a sus tropas también las transformó.

Mas cuando vieron los gringos las banderas
con muchas barras que Villa les pintó,
se bajaron con todo y aeroplanos
y Pancho Villa prisioneros los tomó.

Toda la gente de Chihuahua y Ciudad Juárez
muy asombrada y asustada se quedó,
sólo de ver tanto gringo y carrancista
que Pancho Villa sin orejas los dejó.

Que pensarían los “bolillos” tan patones
que con cañones nos iban a asustar;
si ellos tienen aviones de a montones
aquí tenemos lo mero principal.

Todos los gringos pensaban en su alteza
que combatir era un baile de carquís,
y con su cara llena de vergüenza
se regresaron en bolón a su país.

El barzón

1 Comentario

Esas tierras del rincón
las sembré con un buey pando,
se me reventó el barzón
y sigue la yunta andando.

Cuando llegué a media tierra
el arado iba enterrando,
se enterró hasta la telera,
el timón se deshojó,
el barzón se iba trozando,
el yugo se iba pandeando,
el sembrador me iba hablando;
yo le dije al sembrador,
no me hable cuando ande arando.
Se me reventó el barzón
y sigue la yunta andando.

Cuando acabé de pizcar,
vino el rico y lo partió,
todo mi maíz se llevó
ni pa’ comer me dejó,
me presenta aquí la cuenta:
aquí debes veinte pesos
de la renta de unos bueyes,
cinco pesos de magueyes,
una anega, tres cuartillas de frijol
que te prestamos,
una anega, tres cuartillas
de maíz que te habilitamos,
cinco pesos de unas fundas
siete pesos de cigarros.

¡Seis pesos…no sé de qué
pero todo está en la cuenta!
a más de los veinte reales
que sacaste de la tienda,
con todo el maíz que te toca
no le pagas a la hacienda,
pero cuentas con mi tierra
pa’ seguirla sembrando.
Ora vete a trabajar
pa’ que sigas abonando.

Nomás me quedé pensando
sacudiendo mi cobija,
haciendo un cigarro de hoja.
¡Que patrón tan sinverguenza!
to’ mi maíz se llevó
para su maldita troje!
Se me reventó el barzón,
y sigue la yunta andando.

Cuando llegué a mi casita,
me decía mi prenda amada:
¿on’ ta el maíz que te tocó?
le respondí yo muy triste:
el patrón se lo llevó
por lo que debía en la hacienda,
pero me dijo el patrón
que contara con la tienda.

Ora voy a trabajar
para seguirle abonando,
veinte pesos, diez centavos
son los que salgo restando.
Me decía mi prenda amada:
ya no trabajes con ese hombre,
nomás nos está robando
anda al salón de sesiones
que te lleve mi compadre,
ya no le hagas caso al padre,
¿él y sus excomuniones!
¿Qué no ves a tu familia
que ya no tiene calzones?
Ni yo tengo ya faldillas
ni tú tienes pantalones.

Nomás me quedé pensando,
me decía mi prenda amada:
¡que vaya el patrón al cuerno!
cómo tuviéramos de hambre
si te has seguido creyendo
de lo que te decía el cura,
de las penas del infierno.
¡Viva la revolución!
¡Muera el supremo gobierno!
¡Se me reventó el barzón
y siempre seguí sembrando!

¡Despierten ya mexicanos!

1 Comentario

Despierten ya mexicanos,
los que no han podido ver,
que andan derramando sangre
por subir a otro al poder.

¡Pobre nación mexicana!
qué mala ha sido tu suerte;
tus hijos todavía quieren
mas en la desgracia verte.

Mira a mi patria querida,
nomás como va quedando;
que esos hombres más valientes,
todos los van traicionando.

¿Dónde está el jefe Zapata?
¿Qué esa espada ya no brilla?;
¿dónde esta el bravo del Norte
que era don Francisco Villa?

Fueron líderes primero
que empuñaron el acero;
hasta subir al poder
a don Francisco I. Madero.

pues cuando subió al poder;
a Pancho Villa y Zapata
los quiso desconocer.

Yo no he visto candidato
que no sea convenenciero;
cuando suben al poder
no conocen compañero.

Zapata le dijo a Villa:
–Ya perdimos el albur;
tu atacarás por el Norte,
yo atacaré por el Sur.

Ya con ésta me despido
porque nosotros nos vamos;
que termina el corrido:
Despierten ya mexicanos.

Felipe Ángeles

1 Comentario

En mil novecientos veinte
señores, tengan presente
fusilaron en Chihuahua
a un general muy valiente.

De artillero comenzó
su carrera militar,
y en poco tiempo llegó
a ser un gran general.

El gobierno comprendió
los males que iba a causar,
y mandó que lo persiguieran
pa’ mandarlo a fusilar.

Con veinte hombres que traía
puso cuatro de avanzada,
para ver si no le tendían
una terrible emboscada.

En el cerro de la mora
le toco la mala suerte,
lo tomaron prisionero,
lo sentenciaron a muerte.

El reloj marca las horas
se acerca la ejecución,
preparen muy bien sus armas
y apúntenme al corazón.

Apúntenme al corazón,
no me demuestren tristeza,
a los hombres como yo
no se les da en la cabeza.

Ya con esta me despido
por las hojas de un granado,
aquí termina el corrido
de un general afamado.

Página anterior Siguiente página