Bola suriana del General Felipe Neri
Nov 20
Con tristes clamores doblen las campanas
anunciando el triste día,
vístanse de luto las tropas surianas
al oir el toque de agonía.
Fué la partida de un hombre,
de un valiente mexicano,
que por su nombradía y tanto renombre
la existencia le han quitado.
Era un brazo fuerte de los de Zapata,
estimado en toda extensión,
con mucha firmeza defendió la causa,
nunca le infringió traición.
Varios han de recordar
que deveras fue muy hombre,
que a los federales los hacía temblar
tan solo de oir su nombre.
Distintos combates, como es positivo,
por eso su honor recobra,
entre todos ellos fue el más distinguido,
como se le vió en su obra.
Aun los mismos federales
decían a lo reservado,
ay! si hubiera tres de estos generales
ya se hubiera conquistado.
Chiautla lo refiere como Santa Clara,
Jonacate y sus victorias,
todas esas fechas quedan asentadas
en el libro de la historia.
Tepoztlán y la Calzada,
Nepantla y Hucuituco,
muy bien han fijado en él sus miradas,
para cuando llegue el triunfo.
En ese Hucuituco puso su cuartel,
por las cosas tan notorias,
a la hora del triunfo se han de acordar dél
como goce de sus glorias.
Era una espada valiente
en la Patria Mexicana,
no volverá a brillar siempre
en la República indiana.
En el mes de enero, fecha veintiséis,
mil novecientos catorce,
nadie ponga en duda lo que cierto fue;
esto lo escribió un reporter.
Cuanto dolor ha causado,
a todo el mundo le pesa,
que uno de los mismos le haya traicionado
y eso si fue una vileza.
Allá en Tlayacápan fue a donde se hallaba
sin pensar en lo profundo,
quién le hubiera dicho que la hora llegaba
de separarse del mundo.
Las siete v media marcaba
el relox cuando marchó,
con veinte soldados que lo acompañaban
rumbo a Tepoztlán salió.
En el mismo dia llegó a Tepoztlán
dirigiéndose al cuartel,
donde este Barona decía con afán,
quiero contestar con él.
Pronto respondió un vasallo:
Ya se fue a su campamento.
-No lo paso a creer; allí veo su caballo;
nada de esto ha de ser cierto.
Entonces Felipe pico su caballo,
según la razón le daba,
entre una casa, una tranca enfrente,
allí sería la hora llegada.
Iba de buen corazón,
según lo manifestaba,
que lejos estaba de una vil traición;
qué suerte tan desgraciada!
Mirando a Barona bajó el pié derecho,
y en el rostro recibió un tiro,
y al morir le dijo: “Antonio, qué has hecho?
-No venía a pelear contigo.
-El morirme no me pesa;
hombre soy, no vil soldado,
siento el compromiso; el que con vileza,
Barona, me hayas matado.
Esto bien sería la una de la tarde
cuando todo ésto pasó,
el General Neri en el primer descargue
del caballo se cayó.
Baldomero, al verlo caer,
se fue como un bravo león,
sobre de él disparó con tino
hiriéndolo con razón.
En el mismo día mandaron el parte,
por la razón natural,
al señor Zapata, a don Emiliano,
como jefe principal.
Donde muy bien se informó
de todo lo acontecido;
después de informado lo lloró,
y exhaló un tierno suspiro.
El dia veintisiete sepulcro le dieron,
como Dios manda al viviente;
hombres y mujeres todas lo sintieron,
lloraron amargamente.
Nuestro amparo se acabó,
asombro del mal gobierno,
llorad, mexicanos, con justa razón,
no volveremos a verlo.
Se acabó un valiente, una espada fuerte
del Estado de Morelos,
tengan bien presente que en el Siglo XX
quedan los tristes recuerdos.
Adiós, valerosa espada,
adiós, valiente campeón,
dejaste a ta patria triste y enlutada,
por pasar a otra mansión.
Todo aquel que quiera de buen corazón
visitar esos lugares,
se halla en Amatlán, centro donde está
sepultado su cadáver.
Suplico a todos rendido
que me otorguen el perdón,
que me disimulen mi torpe sentido
en tan triste narración.
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