Bola de la toma de Chinameca

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Por ahí va la bola, señores ahí va,
va con la segunda vuelta.
Diré cuando entraron los libertadores
a ese San Juan Chinameca.

Es corta mi entonación,
mi dialecto es muy corriente,
pero me figuro que en toda ocasión
lo claro es lo más decente.

Este fue un pedido de unos tres mil pesos,
en seguida les diré
contestó Carriles, luego en el momento:
“Tres mil balas les daré”.

“No le hace que sea valiente,
puede venir cuando él quiera
que yo también cuento con un brazo fuerte
y que es la espada primera”.

Luego que Zapata tuvo la noticia
de dicho administrador
montó su caballo recorrió sus fuerzas
y las órdenes les dio.

No fue pa’ menos el susto
por lo que se apercibía,
porque ya los muertos no hallaban sepulto
y en cajones se escondían.

Luego que llegaron al punto de honor,
nombre: La Piedra Encimada,
al mentado Enríquez, le ha dado un temblor
que ‘onde meterse no hallaba.

Zapata muy enojado,
lleno de mucho furor
gritó con imperio:
“¡Vengan con un hacha
y túmbenme éste portón!”.

El pobre del maquinista
en tan cruel retiro
uno se le dirigió:
“Tumbe uste´ el portón
o le pego un tiro”,
de inmediato el tren rompió.

Tembló la tierra en esa hora
Zapata entró en ese piso;
“Busquen a Carriles que se pasa la hora
de que cumpla lo que he dicho”.

Ahí lo buscaron arriba y abajo
echando la disciplina
lo fueron a hallar que estaba apurado
con la cocinera encima.

¡Viva Emiliano Zapata!
¡Viva su juez y opinión!
porque se ha propuesto
morir por su Patria
como héroe de la nación.

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