Corrido de la Revolución, Los Alegres de Terán

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El General Alanis se fue a la revolución
la encabezaba señores, Ricardo Flores Magón
en contra de Don Porfirio por su sexta reelección

En 1908 Ricardo Flores Magón
con unos cuantos valientes hizo una sublevación
quería quitarnos el yugo que tenia nuestra nación

En 1910 surgió aquel hombre de acción
cuando Francisco I. Madero gano la revolución
y le exigió a Don Porfirio saliera de la nación

En 1913 a Madero traiciono
el tal Victoriano Huerta un cuartelazo le dio
asesinando a Madero y en el poder se quedo

Pero muy pronto pago aquella su mala acción
Don Venustiano Carranza gano la revolución
y a Huerta lo desterró cuando tomo posición

hoy nuestro México es grande vivimos en sana paz
gracias a los presidentes con Cárdenas y otros mas
les ruego sigan su ejemplo tal vez sirvan los demás

Corrido de Emiliano Zapata

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Varios correos cruzaban
yendo de un cuartel a otro,
Jesús Salgado ordenaba
que al instante fueran pronto,
generales y oficiales
a conferenciar al quiosco.

No había pasado una hora
cuando ya estaban presentes,
había alegría en sus caras,
charlaban como las gentes;
aunque eran en el hablar
razonables y prudentes.

Nuestro general Zapata
en Iguala nos espera,
hay que madrugar mañana,
dejaremos la flojera
–les dice a sus generales
Salgado con voz serena

Recomiéndenle a su gente
que asista bien la remonta,
para que ningún caballo
clave al caminar la trompa;
el camino es escabroso
y la jornada no es corta.

Como un río caudaloso
que acelera su corriente,
la tropa marcha de prisa
ya desciende la pendiente;
la va guiando la alborada
que asoma por el oriente.

Hay alegría en los pechos,
de vez en cuando se escapa
una canción melodiosa
que anima la cabalgata;
delira toda la tropa
por conocer a Zapata.

Tres batallones esperan
a Salgado en la estación,
los generales se cruzan
los saludos de rigor;
las bandas tocan de gusto,
se ordenan salvas de honor.

Toda Iguala está de fiesta,
canta alegre el campanario;
mientras en los tamarindos
suspenso está el sol de mayo,
con voz serena a Zapata
esto le dice Salgado:

–Señor general Zapata:
esta tropa que aquí mira,
nunca al peligro le teme,
el nombre de usted la anima;
y en los combates, cada hombre,
por cuatro se multiplica.

La tropa y mis generales
su nombre y valor admiran,
y por seguir su palabra
de sus hogares se olvidan;
hoy vienen a saludarlo,
por conocerlo deliran.

Acepte, señor Zapata,
el corazón de esta gente;
que sin medir el peligro
a la muerte ve de frente,
mientras el surco va abriendo
para sembrar su simiente.

(Habla el general Pantalones.)

Aunque soy chaparrito,
me llamo Ciriaco Gómez;
pero el pueblo me ha cambiado
el nombre de mis mayores,
y hoy todo mundo me llama
el general Pantalones.

Traigo en mi apodo la fama
como el Tejón Solitario,
no le temo a la Huesuda
aunque me enseñe el rosario,
ni a las velas encendidas
ni al rezo del novenario.

(Habla el general Emiliano Zapata.)

–Ya conocen mi bandera
muy sencillo es mi programa;
tierra, libertad y escuelas
el campesino reclama;
desde un principio esta ha sido
compañeros, mi proclama.

Ayudamos a Madero
a derrocar al tirano,
ya estando en el candelero
no quiso darnos la mano,
hasta que El Chacal su cuero
puso en venta muy ufano.

Y después del Cuartelazo
llega a la silla Carranza,
le tiende el pueblo su brazo,
en él pone su confianza;
aunque sea muy poco al paso
la Revolución avanza.

Veremos lo que resulta,
pues Carranza ha proyectado
en Querétaro una junta
para la que me ha invitado;
ya van mis representantes,
esperaré el resultado.

Mientras sigan respetando
a las fuerzas de Carranza,
veremos si al fin podemos
formar con él una alianza,
que recoja los ideales
que encarnan nuestra esperanza.

Más que Zapata, señores,
será la Revolución
la que premie sus valores
y les dé su galardón,
por ella pido que un brindis
hagamos esta ocasión.

Que estos tamarindos guarden
en su follaje mi voz,
que sean fieles testigos,
lo mismo que el padre sol,
de todo lo que se ha dicho
bajo su dulce frescor.

¡Viva Iguala, compañeros,
cuna de nuestra Bandera;
si los viejos insurgentes
murieron ayer por ella,
nosotros daremos hoy
nuestra vida por la tierra!

No me importa que haya traidores
y que nos den un mal pago,
ya ven, Cristo fue entregado
por el que comía en su plato;
por los frutos sabe el hombre
si el árbol es dulce o amargo.

De la toma de Zacatecas

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Voy a cantar estos versos,
de tinta tienen sus letras,
voy a cantarles a ustedes
la toma de Zacatecas.

Mil novecientos catorce,
mes de junio veintitrés,
fue tomado Zacatecas
entre las cinco y las seis.

Gritaba Francisco Villa
en la estación de Calera:
vamos a darle la mano
a don Pánfilo Natera.

Ya tenían algunos días
que se estaban agarrando,
cuando llega el general
a ver qué estaba pasando.

Cuando llega Pancho Villa
sus medidas fue tomando:
a cada quien en su puesto
los iba posesionando

Les decía Francisco Villa
al frente del Batallón;
para empezar el combate
al disparo de un cañón.

Al disparo de un cañón,
como lo tenían de acuerdo,
empezó duro el combate
por el lado derecho e izquierdo.

Les tocó atacar La Bufa
a Villa, Urbina y Natera,
porque allí tenía que verse
lo bueno de su bandera.

Decía el coronel García,
con su teniente Carrillo:
le pido permiso a Villa
para atacar por El Grillo.

Fue tomado Zacatecas
por Villa, Urbina y Natera,
Ceniceros y Contreras,
Madero Raúl y Herrera.

¡Ahora sí, borracho Huerta,
harás las patas más chuecas,
al saber que Pancho Villa
ha tomado Zacatecas¡

Gritaba Francisco Villa:
¿En dónde te hallas Barrón?
Se me hace que a mí me vienes
guango como el pantalón.

Les decía Francisco Villa
con una voz muy ufana:
ya están tumbando la finca
que le nombraban La Aduana.

Esa finca de La Aduana
era una finca bonita,
la tumbaron los huertistas
con pólvora y dinamita.

Gritaba Francisco Villa:
¿Dónde te hallas Argumedo?
¿Por qué no sales al frente,
tú que nunca tienes miedo?

Debajo de aquella finca,
allá había muchos pelones,
muchas armas, mucho parque y
más de veintidós cañones.

¡Ay hermoso Zacatecas!
mira como te han dejado,
la causa fue el viejo Huerta
y tanto rico allegado.

Estaban todas las calles
de muertos entapizadas
y las cuadras por el fuego
todititas destrozadas.

Adiós, cerro de La Bufa,
con tus lúcidos crestones,
cómo te fueron tomando
teniendo tantos pelones.

Andaban los federales,
que no hallaban ni qué hacer,
buscando enaguas prestadas
pa’ vestirse de mujer.

Subieron a las iglesias
a repicar las campanas
y las bandas por las calles
sonorizaban con dianas.

Cuatro ramitos de flores
puestos en cuatro macetas,
por la División del Norte
fue tomada Zacatecas.

¡Despierten ya mexicanos!

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Despierten ya mexicanos,
los que no han podido ver,
que andan derramando sangre
por subir a otro al poder.

¡Pobre nación mexicana!
qué mala ha sido tu suerte;
tus hijos todavía quieren
mas en la desgracia verte.

Mira a mi patria querida,
nomás como va quedando;
que esos hombres más valientes,
todos los van traicionando.

¿Dónde está el jefe Zapata?
¿Qué esa espada ya no brilla?;
¿dónde esta el bravo del Norte
que era don Francisco Villa?

Fueron líderes primero
que empuñaron el acero;
hasta subir al poder
a don Francisco I. Madero.

pues cuando subió al poder;
a Pancho Villa y Zapata
los quiso desconocer.

Yo no he visto candidato
que no sea convenenciero;
cuando suben al poder
no conocen compañero.

Zapata le dijo a Villa:
–Ya perdimos el albur;
tu atacarás por el Norte,
yo atacaré por el Sur.

Ya con ésta me despido
porque nosotros nos vamos;
que termina el corrido:
Despierten ya mexicanos.

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